1 de noviembre de 2023

El pasado fin de semana, llevamos a cabo el segundo cambio de hora del año. En la madrugada del sábado al domingo, retrasamos el reloj una hora (de las 3:00 a las 2:00), con el objetivo de aprovechar al máximo la luz solar y ahorrar energía.

Pero, ¿realmente cumple este propósito el cambio horario? Lo descubrimos a continuación.

Origen del cambio de hora

¿Sabías que fue el político, científico e inventor Benjamin Franklin, en 1784, el primero que propuso un cambio de hora como medida de ahorro energético? Cuando era embajador de Estados Unidos en Francia, observó que se perdían muchas horas de luz por la mañana, mientras que por las tardes había que encender muchas velas para poder trabajar en la oscuridad.

Sin embargo, no fue hasta 1916 cuando se produjo el primer cambio de hora oficial. Lo realizó Estados Unidos con el objetivo de ahorrar combustible en tiempo de crisis, aunque no lo adoptaron todos los estados. Sería durante la Segunda Guerra Mundial cuando un mandato oficial del gobierno extendería la medida a todos los territorios, dada la necesidad de ahorrar recursos y energía.

¿Cuándo llegó a España?

Hasta el 1 de enero de 1901, cada comunidad o provincia en España tenía su propio cambio horario. El 15 de abril de 1918 se estableció el horario de verano, siguiendo el ejemplo de otros países europeos que lo habían implementado en 1916. Sin embargo, este cambio no fue definitivo.

A partir de 1940, Franco decidió igualar el horario español al de Alemania, adoptando también sus cambios. Así, cuando en octubre de 1973 varios países reinstauraron el horario de verano como medida para ahorrar energía ante la crisis energética causada por el aumento de los precios del petróleo, España se sumó a la iniciativa.

Desde entonces, dos veces al año, en marzo y en octubre, los españoles ajustamos los relojes con el fin de aprovechar mejor la luz solar y conseguir un ahorro energético, siguiendo las directrices de la Directiva Comunitaria 2000/84/CE.

Debate sobre el ahorro energético

Aunque es cierto que el consumo energético se reduce cuando cambiamos de hora, en los últimos años son muchas las voces críticas que afirman que los beneficios de esta medida no compensan los trastornos que genera.

El debate se centra en si el cambio de hora realmente logra ahorrar energía de manera significativa. Los defensores argumentan que, al aprovechar la luz solar, se reduce la necesidad de iluminación artificial, lo que conlleva ahorros en consumo eléctrico. Sin embargo, los detractores señalan que estos ahorros son mínimos y que otros factores, como el aumento en el uso de dispositivos electrónicos o calefacción, podrían contrarrestarlos. Hay que tener en cuenta que desde que se instauró esta medida, los hábitos de vida han cambiado mucho: las jornadas laborales se han reducido, el teletrabajo se ha extendido y las rutinas de los ciudadanos son muy distintas a las del siglo pasado.

Aunque el último estudio al respecto se remonta al año 2015, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) cifra en un 5% el ahorro que se consigue actualmente con el cambio horario, lo que supone unos 300 millones de euros anuales. De esta cantidad, 90 millones corresponden a los hogares, unos seis euros por hogar, y los 210 millones restantes a las empresas.

Se modifica nuestro ritmo circadiano

Con estas cifras en las manos, ¿es realmente necesario seguir con el cambio de hora?

Sus detractores creen que los perjuicios que conlleva el cambio horario no compensan sus reducidos beneficios. Son muchos los estudios que demuestran que las transiciones de un horario a otro influyen en nuestro bienestar. Al cambiar nuestro ritmo circadiano, nuestro reloj biológico se modifica, lo cual nos puede provocar un mayor nivel de cansancio, somnolencia o, incluso, hambre, aunque estos trastornos desaparecen en pocos días.

Alternativas al cambio de hora

Asimismo, los expertos señalan que existen alternativas al cambio de hora que podrían tener un impacto más significativo en el ahorro energético. Algunas de estas alternativas incluyen:

  • Promover la eficiencia energética en todos los sectores, fomentando el uso de equipos y sistemas más eficientes.
  • Impulsar el uso de energías renovables, como la energía solar, e incentivar su adopción en hogares, empresas e industrias.
  • Educar sobre prácticas sostenibles, como apagar luces innecesarias, utilizar iluminación LED y regular la temperatura de los dispositivos de climatización.

Todos estos enfoques pueden tener un impacto más duradero y sostenible en el ahorro energético que el citado cambio de hora.

Próximo cambio, en marzo de 2024

A pesar de los debates y de las continuas noticias sobre la posibilidad de eliminar la medida, el cambio horario seguirá produciéndose, al menos, durante los próximos tres años. De hecho, el Boletín Oficial del Estado (BOE), siguiendo la directiva del Consejo de la Comunidad Europea, ya recoge las próximas fechas en la que tocará ajustar el reloj: marzo y octubre de 2024, 2025 y 2026.

En conclusión

Aunque el cambio de hora ha sido adoptado en muchos países, su efectividad para ahorrar energía sigue siendo objeto de debate. Si bien puede haber beneficios en términos de reducción del consumo eléctrico en iluminación, es importante considerar otras alternativas más sostenibles y eficientes, como la adopción de energía solar y la mejora de la eficiencia energética en todos los sectores.

Recuerda que el cambio de hora es solo una pequeña pieza del rompecabezas del ahorro energético, y es necesario abordar el tema desde una perspectiva más amplia y sostenible.

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