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30 de junio de 2022

El pasado 15 de junio se hizo efectiva la propuesta del Gobierno de España y del de Portugal, avalada por la Unión Europea, de quitar las tecnologías que usen gas del cálculo marginalista del precio de la electricidad en OMIE.

Desde ese día tenemos dos precios que suman para dar un precio final, el de la subasta de OMIE más el de la compensación a las tecnologías que usan gas. Esta compensación se calcula dividiendo el sobrecoste de usar esta tecnología entre la demanda que se ve afectada y debe pagar esta compensación. Esta demanda son todos los contratos en precio indexado (incluyendo PVPC) y todos los contratos a precio fijo firmados después del 26 de abril de 2022.

La suma de ambos conceptos lleva desde entonces por encima de 200€/MWh, precios muy caros, por lo que podríamos asumir que el tope del gas no ha servido para nada. Pero nada más lejos de la realidad, este tope del gas ha llegado en el momento en el que se ha vuelto a disparar el precio internacional del propio gas, por lo que de no haberse aplicado nuestro precio en OMIE hubiera estado por encima de 300€/MWh (como en el resto de Europa).

En definitiva, el tope del gas ha llegado en el mejor momento posible pero la apreciación de los usuarios puede verse desvirtuada por la repentina subida del precio del gas.

Este precio sobre el mecanismo de compensación del precio del gas debe bajar empujado por dos factores fundamentales:

  1. Que el propio mercado devuelva el precio del gas a cotas iguales a las que hemos tenido durante 2022, que son caras pero no a niveles de este repunte.
  2. Conforme vayan cumpliendo contratos fijos previos a abril de 2022 será demanda de energía que se añada al cálculo de este precio.

Sin embargo, son meras predicciones. Nunca el comportamiento del mercado energético fue tan difícil de pronosticar. Sea como sea, nos espera un verano movidito. ¡Menos mal que a nosotros nunca nos falta energía!

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